Los orígenes del kakemono se sitúan en la China de la Dinastia Tang (siglos VII-IX), fue introducido en Japón durante el periodo Heian de manos del budismo. Con el tiempo pasó a ser más apreciado como obra de arte que como imagen de culto.
Esta forma de presentar las obras de arte probablemente se desarrolló a partir de los sutras montados sobre estructuras parecidas. El culto de murales, que llegó a la dinastía Tang desde el Tibet, influyó en este proceso, ya que este formato hacía las copias más fáciles de transportar. Inicialmente el kakemono llevaba representaciones budistas para su veneración, o bien como forma de exponer caligrafia o poesia. Durante el periodo Kamakura se volvió más común. A partir del periodo Muromachi, debido a la influencia del budismo Zen, el kakemono se vio relacionado con la ceremonia del té, mientras que los temas más representados fueron paisajes, flores y pajaros, así como retratos y poesía. Con el tiempo pasó a ser apreciado como obra de arte.
El kakemono (掛け物), en el arte japonés, es un objeto que se cuelga de la pared en sentido vertical, en un muro o en el interior de un tokonoma. El soporte sobre el que se realiza puede ser de papel o seda. En sus extremos se encuentran unos cilindors fijos, llamados jiku, que ayudan a mantener su superficie tersa y plana, al tiempo que permiten que sea enrollado para su almacenaje.
Hay dos estilos de kakemono: si la anchura es más corta que la altura se llama tatejiku; si la anchura es más grande que la altura recibe el nombre de yokojiku. En un tokonoma también pueden exhibirse un conjunto de kakemonos: dos, tres o más.
